Más que un guía de turistas, un amigo

Al escuchar la frase “guía de turistas”, inmediatamente a la mente llega la imagen de aquella persona con un uniforme muy peculiar que te acompañará durante una aventura por cualquier destino turístico.

Concretamente esa es su función, pero la mayoría de ocasiones los guías turísticos se convierten en amigos, ya que tienen la capacidad de escuchar y conocer más a profundidad a sus turistas.

Nuestro recorrido por Tikal y la Isla de Flores en Petén el pasado mes de diciembre del 2020, fue asistido por dos camaradas con quienes compartimos, platicamos, aprendimos y definitivamente, entablamos una linda amistad.

Pasión por el turismo

A eso de las siete de la mañana del sábado 4 de diciembre del 2020, arribamos a un pueblo llamado El Remate, ubicado en Flores, Petén. Tomamos el desayuno en un restaurante de aquel lugar. Allí conocí a Pablo Najarro, uno de los guías de turistas que acompañaría nuestra visita por el Parque Nacional Tikal.

Una taza de café acompañó aquella amena conversación. Charlamos de todo un poco y tuve la oportunidad de conocer más a profundidad a aquella persona.

En diez años, Pablo ha recorrido Centroamérica como guía, pero sin duda, Petén es el lugar que más valora, porque fue la tierra que lo vio nacer. Estaba muy emocionado, era su regreso a los tours por Tikal, luego que estos fueran suspendidos tras la pandemia del COVID-19.

Sin duda, el turismo es su pasión. Se especializó en el estudio de aves, lo que le ha permitido obtener muchas oportunidades y reconocimiento a su labor.

Al día siguiente de nuestra llegada, Pablo viajó hacia Jalapa, porque gracias a su gran experiencia, fue contratado para apoyar a impulsar un nuevo atractivo turístico al oriente del país.

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Un vínculo de confianza

El domingo por la mañana, dos lanchas nos esperaban en el Malecón en la Isla de Flores. Nos trasladaríamos como primer punto hasta la Península de Tayazal para visitar el mirador del Rey Canek.

Al llegar a la península, caminamos aproximadamente 15 minutos el sendero principal rodeado de vegetación, acompañados por Raúl Lorenzana, otro reconocido guía de turistas, quien nos acompañó durante todo el viaje.

Al final de aquel camino y previo a subir una serie de gradas para llegar hasta el mirador, a mano izquierda se ubicaba una humilde casita, en donde un cachorrito de raza French Poodle lloraba y luchaba por abrir la puerta y poder ingresar.

La escena conmovió el corazón de uno de los turistas, Melvin, quien en confianza compartió con Raúl, nuestro guía, la historia de su perro con quien convivió más de diez años. Contó que su mascota murió de anciano y que, al momento de su deceso, él no se encontraba en casa, por lo que su familia esperó su regreso para que pudiera despedirse de su compañero y poder sepultarlo.

Historias de playa

Nos embarcamos nuevamente, nuestro siguiente destino era la playa el Chechenal, ubicada en el Municipio de San Miguel Petén. Su agua cristalina llamó la atención de los aventureros, quienes, a pesar del clima no tan cálido, decidimos darnos un baño en aquel recinto natural.

Fue la oportunidad perfecta para convivir y disfrutar el momento entre los viajeros y turistas. Diversas historias se escucharon dentro de esas aguas, una de estas, la vida de Santa, una niña, a quien la vida le dio la oportunidad de tener unos padres, no biológicos, pero sí de corazón.

Alex y Breny, quienes tiene diez años de casados, decidieron un día concebir un hijo, pero la vida se mostró caprichosa con ellos. A pesar de diversos intentos y ayuda profesional, no lograron su objetivo, pero esto no significó que se dieran por vencidos y un día optaron por la adopción.

Una de las mejores experiencias, fue la convivencia. La oportunidad que te da una persona de conocerte y darse a conocer, de compartir sus historias de vida y por supuesto, hacer nuevos amigos.